En España, diversos factores económicos y sociales han contribuido a la vulnerabilidad alimentaria de ciertos grupos de la población. La pobreza alimentaria es la falta de acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para mantener una vida sana y activa. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022, el 7,1% de la población española vivía en situación de carencia material, una categoría que incluye la imposibilidad para acceder a una alimentación adecuada.
Para afrontar y reducir esta pobreza alimentaria, existen varias iniciativas en marcha como son los programas de donación y distribución de alimentos, políticas públicas de asistencia social, y la colaboración entre entidades públicas, privadas y comunitarias para garantizar el acceso a alimentos nutritivos y seguros.
La realidad es que en España se desperdiciaron en 2023 más de 2.8 millones de toneladas de alimentos, una media de 61kg por persona, cuando existen casi 5 millones de españoles que sufren inseguridad alimentaria (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación). El impacto del desperdicio de alimentos en la sociedad, que se ha acentuado en el actual contexto inflacionario, es triple:
- Económico para empresas que destruyen o particulares que desechan
- Medioambiental: genera el 8% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero ocasionadas por el hombre
- Social: Millones de personas no tienen acceso a una buena alimentación
La principal medida tomada en España, para hacer frente a las consecuencias del desperdicio de alimentos, ha sido la aprobación del proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Su principal punto ha sido establecer una jerarquía de prioridades que impacta a todos los agentes de la cadena alimentaria. La jerarquía establece la donación de alimentos a entidades sociales como la primera medida para prevenir el desperdicio.
La donación de alimentos a personas en situación de pobreza en España ofrece múltiples beneficios. Por un lado, proporciona una red de seguridad alimentaria esencial para aquellos que no pueden permitirse comprar alimentos suficientes. Las donaciones pueden incluir alimentos frescos y nutritivos, como frutas, verduras, proteínas y lácteos, esenciales para una dieta equilibrada. Organizaciones benéficas y bancos de alimentos se esfuerzan por proporcionar alimentos y aquellos que contribuyen a una nutrición adecuada. Las donaciones bien gestionadas pueden asegurar una diversidad de alimentos que permita a las familias mantener una dieta variada, evitando la monotonía y la deficiencia de nutrientes. Esto es especialmente importante para niños y personas mayores, que tienen necesidades nutricionales específicas.
Por otro lado, las donaciones de alimentos pueden aliviar la carga económica de las familias más desfavorecidas, permitiéndoles destinar recursos a otras necesidades básicas como el alquiler, las facturas de servicios públicos, la educación y la atención médica. Las donaciones no solo proporcionan alimentos, sino que pueden incluir productos frescos y nutritivos que podrían ser inaccesibles para las familias por su alto coste en el mercado. Esto asegura que las familias no tengan que comprometer la calidad de su dieta por razones económicas. Son un complemento de las ayudas gubernamentales y los programas de asistencia social, y proporcionan un alivio inmediato y suplementario a las familias en situación de emergencia alimentaria.
Los beneficiarios de las donaciones son también los bancos de alimentos u otras entidades benéficas que pueden destinar un mayor porcentaje de sus recursos a programas de formación académica o laboral, de reinserción social u otras actividades.
En resumen, las donaciones de alimentos ayudan a cubrir una necesidad básica inmediata y también a la reducción de la carga económica general de las entidades sociales y de las familias con menos recursos. Al liberar recursos financieros y proporcionar estabilidad, estas donaciones contribuyen a mejorar la calidad de vida y las oportunidades de las personas necesitadas.
